Producción de miel y razas de abejas melíferas.

Artículo: Montesinos Arraiz, Pablo

En los diferentes ecosistemas bajo la influencia de una selección consecuencia del clima, flora y enemigos, las abejas melíferas se fueron adaptando a las condiciones reinantes tal como sucedió con los demás animales silvestres y plantas. Dando como resultado poblaciones de abejas llamadas razas naturales, geográficas o subespecies, aisladas entre sí, representando genotipos muy diferentes adaptados a distintos medios ecológicos. En todo el mundo, las razas de abejas forman el acervo genético o la base genética disponible para los criadores de abejas para la mejora de las poblaciones (Ruttner, F. 1975).

El objetivo de este estudio fue analizar la producción de miel, el número de colmenas y el promedio de producción de miel por colmena desde el año 1961 hasta el año 2020; relacionándolos con la utilización o no de una o varias razas de abejas melíferas, en Argentina, Brasil, Canadá, Estados Unidos, España y México.

Materiales y Métodos

La información ha sido tomada de la base de datos estadísticos corporativos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAOSTAT), excepto lo referente al número de colmenas de España de los años 2019 y 2020 que lo ha sido del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, ya que esos datos no estaban disponibles en FAOSTAT, para el momento que se realizó la consulta. Para facilitar la interpretación de la información se ha elaborado la tabla.1 Producción de miel- Cantidad de colmenas-Promedios de producción en seis períodos de diez años cada uno; y la tabla.2 Tasa de crecimiento de colmenas por décadas.

Resultados

En la tabla. 1 se puede ver que España tiene las producciones y promedios de producción de miel más bajos en todas las décadas (igualmente si se miran las producciones año por año desde 1961 hasta 2020. FAOSTAT). Los promedios de producción de miel por colmena de España se encuentran entre 11 y 12 kilogramos menos que los promedios más bajos de los otros países del estudio.

Por otro lado, en la tabla.2 España destaca por presentar unas tasas de crecimiento de las colmenas constantes y muy por encima del resto de países en cuatro de las décadas analizadas (excepto en la década 1961- 1970 que fue negativa y en la década 1991- 2000 donde fue superada por Argentina). Esas elevadas tasas de crecimiento de las colmenas en España deben ser objeto de otro estudio.

En cuanto a las producciones totales de miel y los promedios de producción por colmena de España tan bajos con respecto a los otros países analizados,  pudiera deberse a que los apicultores utilizan básicamente una sola raza, la Apis mellifera iberica y muy pocos las otras razas europeas; a diferencia de los apicultores de los otros cinco países del estudio, donde la apicultura se ha desarrollado en función de razas importadas, variedades e híbridos además del uso de la(s) raza(s) domésticas propias. De allí que se podría inferir que no ha habido suficiente incorporación de genes en las poblaciones de abejas ibéricas para aumentar la variabilidad genética, a través de la importación y cría de otras subespecies de Apis mellifera; como si ha ocurrido en los otros países del estudio. España es según Costa (2003) uno de los pocos países europeos en donde los apicultores utilizan solo una raza, la Apismellifera iberica y que para el año 2003 había 10 criadores de reinas y que no eran controlados por ninguna institución gubernamental. En 2020 (comunicación personal) el número de criadores de reinas para la venta al mayor en España supera la treintena. Crían mayoritariamente reinas de la raza Apis mellifera iberica y algunos el híbrido Buckfast; no obstante, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para el año 2021 tiene censadas dentro de la Clasificación Zootécnica 67 explotaciones de selección y cría de abejas, pero no especifica cuantas de ellas venden reinas de manera comercial.

Discusión

En todos los países del continente americano han sido utilizadas tradicionalmente varias razas de abejas europeas (Michener. 1973; Taylor, Levin. 1978; Hellmich, et al. 1986; Quezada-Euan, J.J.G, Paxton, R.J. 1999; Gúzman-Novoa et al. 2007). A ese genoma europeo se le sumó la carga genética de la raza africana Apis mellifera scutellata en su viaje de colonización a través de Suramérica, Centroamérica y el sur de Estados Unidos, iniciado en Brasil en la década de 1950. Estas abejas africanas al irse cruzando con las razas europeas tanto a nivel silvestre como en los apiarios, dio por resultado unas variedades de razas llamadas genéricamente africanizadas. Que son un cóctel de genes de la Apis mellifera scutellata con genes de las razas europeas Apis mellifera carnica, Apis mellIfera ligustica, Apis mellIfera mellIfera.  El límite a su desplazamiento estuvo en Chile, el sur de Argentina y el norte de Estados Unidos debido a las temperaturas templadas a las que no fueron capaces de adaptarse (Taylor. 1977; Kerr et al. 1982; Sugden, Williams. 1991; Taylor. 1999, Pinto et al. 2005). Los apicultores en Argentina, Brasil y México al igual que en el resto de países de Suramérica y Centroamérica basan su producción de miel en abejas que tienen un pool de genes procedentes de varias razas que se han asentado como ecotipos y en el desarrollo de programas de selección y cría de reinas, sin dejar de importar reinas para mantener un flujo constante de variabilidad genética.

En Canadá es fundamental que, en todos los programas de mejoramiento genético en animales y plantas, la población de interés contenga diversidad genética a partir de la cual se pueda avanzar hacia la “selección” de características deseadas. En definitiva “la materia prima para todos los programas de reproducción es la variabilidad genética (Sheppard. 2019).

Para propiciar la diversidad genética en los programas de selección y cría de reinas y para abordar las pérdidas de colmenas y reemplazar las reinas débiles, se ha importado de Rusia, reinas y paquetes de abejas, adicionalmente a las que se importan de Australia, Nueva Zelanda y EEUU (Statistical Overview of the Canadian Honey and Bee Industry 2019).

La cantidad y el valor de las importaciones de reinas en Canadá han aumentado significativamente en las últimas dos décadas. En 1998 se importaron un poco más de 100.000 reinas y a principios de junio de 2017 los apicultores canadienses ya habían comprado 207.764 reinas de EE.UU. y otras 18.216 reinas de otras fuentes internacionales (Canadian Honey Bee Queen Bee Breeders’ Reference Guide).

Las abejas melíferas en los Estados Unidos son una mezcla heterogénea de varias razas introducidas de Europa, Medio Oriente y África, destacándose cuatro principales: italiana, caucásica, carniola y negra. Las poblaciones actuales proceden de variedades e híbridos que se fueron desarrollando a través del mestizaje y los programas de selección aunado a las influencias geográficas y climáticas a partir de aquellas razas originales que les dieron su nombre, (Selecting the right type of bee. MAAREC Fact Sheets. Mid- Atlantic Apiculture Research and Extension Consortium). A esas variedades e híbridos en los estados del sur, se les sumó la carga genética de las abejas africanizadas que comenzaron a llegar en la década de los noventa (Sugden, Williams. 1991; Taylor. 1999). Cobey et al (2012) señalan que en los muchos problemas que enfrenta actualmente la población de abejas melíferas de los EE.UU. pesa la necesidad de una diversidad genética a nivel de colonia, reproducción y población. La variabilidad genética se ha visto reducida por tres eventos de cuello de botella distintos, a saber, la importación limitada de subespecies y reinas, la presión de selección de parásitos y patógenos (particularmente ácaros parásitos) y las prácticas inapropiadas de producción de reinas comerciales basadas en un reducido número de reinas madres en la población reproductora. Así, llegan a la conclusión de que, la disminución de la calidad de las reinas y los problemas de las “reinas pobres” se pueden mejorar significativamente al abordar los cuellos de botella genéticos en los sistemas de reproducción, aumentando la diversidad genética general de la población de abejas melíferas. Por lo que se hace necesario continuar con la importación de reinas de probada calidad de las razas de abejas más comerciales: italiana, cárnica, caucásica y negra. Incluso utilizar semen de varias subespecies de razas europeas para inseminar reinas vírgenes de poblaciones ya genéticamente establecidas.

En España los apicultores básicamente han trabajado con la subespecie Apis mellifera ibérica. Esta abeja es un híbrido resultante del cruce de la llamada abeja melífera de Europa u occidental, la Apis mellifera mellifera y la abeja africana Apis mellifera intermisa (Izquierdo et al. 1985; Santiago et al. 1986; 13 Cornuet, Fresnaye. 1989; Orantes-Bermejo y García-Fernández. 1995). Habiendo en España según Smith et al (1991) y Franck et al (1998) un gradiente decreciente de haplotipos africanos de sur (86,4%) a norte (0%). España parece ser una región de contacto e hibridación entre las dos subespecies A. m. intermisa y A. m. mellifera, que representan respectivamente a los linajes de abejas africanas y europeas occidentales respectivamente (Smith et al. 1991); si bien según De la Rúa et al (2002) recientemente no se han incorporado genes de razas africanas a la Apis mellifera iberica, subespecie en la cual vale destacar se diferencian muchos demes.

Los bajos promedios de producción y productividad en España pudieran deberse a que ha habido un estancamiento de la diversidad genética trayendo como consecuencia problemas de homocigosis y falta de vigor híbrido en contraposición a lo que se ha demostrado claramente que la diversidad genética entre colonias e intracolonias aumenta la aptitud y supervivencia de las colonias, la producción y la productividad y reduce el impacto de plagas y enfermedades (Fuchs, Schade. 1994; Mattila et al. 2007; Richard et al. 2007; Tarpy.2003; Seeley, Tarpy. 2007). Mantener un alto nivel de diversidad genética es fundamental e imperativo en cualquier programa de mejoramiento de poblaciones para combatir el reemplazo prematuro de las reinas (indicativo de su baja calidad), patrones de cría inconstantes, postura prematura de zánganos (indicativo de agotamiento de la esperma) y sobre todo baja producción y productividad de miel (Cobey et al. 2012).

Recomendaciones

  • Incrementar la diversidad genética mediante la importación de reinas de las principales razas de valor comercial Apis mellifera carnica, Apis mellífera ligustica, Apis mellífera mellífera, Apis mellifera caucasica y fortalecer los programas de selección y mejoramiento de reproductoras tanto de pie de cría como comerciales.
  • Definir metodologías de valoración zootécnica reproductiva y fenotípica de las reinas, lo que facilitará fijar protocolos con criterios y normas comunes de evaluación y procedimientos de selección y mejoramiento de las reproductoras.
  • Establecer criterios para la conservación de las razas autóctonas de abejas melíferas, teniendo en cuenta sus aptitudes productivas, fenotípicas y morfológicas.
  • Promover la creación de estaciones de apareamiento con fines comerciales para los criadores de reinas.
  • Diseñar programas para seleccionar abejas que tengan una mayor resistencia a plagas y enfermedades para garantizar una población que se pueda gestionar de forma sostenible a largo plazo.
  • Identificar poblaciones de abejas melíferas, realizar seguimientos con fines de conservación y selección; y desarrollar programas de certificación de razas locales y ecotipos de abejas melíferas.
  • Además de los estudios de las características morfométricas, rasgos de comportamiento y análisis molecular, se debe establecer un protocolo estándar para identificar, certificar, registrar y preservar las diversas poblaciones de abejas (razas y ecotipos) en sus áreas de distribución nativa, lo cual conllevaría también fines de conservación y selección.
  • Determinar cómo la diversidad genética y el flujo de genes entre las poblaciones impacta el fenotipo y la productividad de las colonias y cómo se expresa tal condición de variabilidad genética en el manejo apícola.